Abrazar el miedo, le damos la mano?

Niño con miedo

Vamos a empezar un partido, somos un equipo principiante, principalmente compuesto por niños que hace poco tiempo que patinan, y otros aunque hace ya algun tiempo, son mas pequeños en edad y tamaño que los del equipo con el que vamos a jugar.

Veo sus caras, su expresión al salir a la pista, es de miedo, es de que hago yo aquí?. Yo, como entrenador, no les voy a engañar, son más grandes, aparentan patinar mejor, pero que puedo hacer para sostener una situación así y como les puedo acompañar en ello?

Se me ocurre lo siguiente:


Yo: A ver, como os sentís? podéis decirme la verdad, yo creo que siento lo mismo que vosotros.

Ellos:  Son muy grandes. Nos van a ganar fácil. Hacen trampas, seguro que son más grandes de la edad que toca. 

Son niños, cada uno ve la película según  escuchan en casa.

Yo: A ver, esto es como los veis a ellos, pero que sentiis? estais felices, asustados, contentos, tristes?

Ellos: Asustados !!

Yo: Vamos a ver, cuando tenéis miedo o estáis asustados, que hacéis?

Ellos: Correr. Esconderme.

Yo: Vale, podemos escondernos, nos hacemos pequeños, nos cojemos los pies con las manos y ponemos la cabeza entre las piernas, nos sentimos seguros?

Ellos: Sí !!

Yo: Pero esto nos sirve aquí? podemos usarlo? 

Ellos: Nooo!!

Yo: entonces, y si corremos? si usamos ese miedo para jugar? le damos la mano al miedo y que nos ayude a jugar? porqué al fin i al cabo, nuestro deporte se trata de correr, y si podemos correr mas que el otro, mejor, no?

Ellos: Sí. Vale (poca convicción)

Yo: A ver, os gustan las peliculas de miedo?

Ellos:(increíblemente todos afirmaron gustarles)

Yo: Y que os sucede cuando sale una escena que os asusta? Nos tapamos los ojos, y poco a poco, abrimos los dedos para ver un poco, no? Y cuando hacéis eso, no os vienen como unas cosquillas en la barriga? Y cuando tenéis esas cosquillas, os podéis estar quietos en el sofá? o en cambio, no paráis quietos, de aquí a allá, ahora me escondo, ahora salgo, ahora miro, ahora no? Sí, verdad? pues eso es jugar con el miedo.

Vamos ha hacer eso, sabemos cómo nos sentimos, sabemos que nos sucede, pues cogemos de la mano el miedo y jugamos con él, lo usamos de compañero para que nos ayude a correr, y como ya sabemos que podemos jugar con él, y en realidad nos produce cosquillas, pues usamos eso y corremos como nunca, pero hacia dónde corremos? efectivamente podemos correr hacia la puerta e irnos? pero y si corremos hacia la pelota y la cogemos, y luego vamos hacia portería y intentamos hacer gol?


Salimos con una velocidad y intensidad que sorprendió a todo el mundo, y terminamos el partido con unas caras de satisfacción increíbles.

Saber gestionar situaciones emocionalmente complicadas para ellos, muchas veces es un juego, es llevarlos a su terreno, donde ellos se sienten cómodos. Empatizar con su sentimiento, acompañarlos en su emoción, sin negarla, sin ignorarla, sin menospreciarla, sin potenciarla. Ahí podía haber caído en el error de decirles, no pasa nada si perdemos es normal, o intentar protegerlos de la situación. Tomar conciencia de la situación y acomañarles a cruzar, esa es en mi entender la solución.

Por cierto, ganamos el partido 8 a 2 😉

Dale espacio

Cuántas veces, sin entender los motivos, el/ella se pone a llorar? a veces por una “supuesta tontería” a la cual yo no doy ninguna importancia, y mi reacción; además de la sorpresa por el hecho de que la supuesta acción desencadenante del llanto, que no me parece lo suficientemente importante; es decirle que “no hay para tanto” o “por esto lloras”, o simplemente es de no saber ni entender qué hacer o qué he hecho. Y si a todo esto le sumamos el hecho de que “me siento culpable” por no haber estado atento/a, por no entenderlo/a.
 

Que tal si me hago antes unas simples preguntas:

  • Ese llanto realmente lo ha desencadenado esa acción?
  • Que le ha sucedido o le puede haber sucedido durante el día/noche?
  • El entorno en el que se encuentra es el apropiado?

Con esto ya puedo empezar a empatizar con la situación en la que se puede encontrar el/ella, pero, además de esto, puedo poner la atención en la dimensión real del suceso, pero desde la proporcionalidad que hay entre mi mundo y el suyo. Para el/ella encontrar un juguete perdido es una gesta de dimensiones siderales, entonces, perderlo?, lo será en sentido contrario, para mi puede ser un simple peluche, para el/ella es su mejor amigo, su compañero de sueños, me puedo imaginar yo en mi vida lo que es perder a mi mejor amigo/a? puedo imaginarme como me siento si me falta quien duerme conmigo cada noche?, ahí empiezo a entender su llanto, y el motivo de su desesperación.

 

Me siento culpable?

Es la segunda consecuencia de ese llanto, el “cómo me siento yo con esto”, el “cómo de responsable me siento de esa situación”, de “cómo me culpo de no entenderlo/a”, el “que podía haber hecho yo para evitarlo?”. Si entro en este diálogo, dejo de atenderlo/a, estoy por mi, no por el/ella. Aquí y ahora no puedo hacer nada para cambiar todo esto, estoy perdiéndome en un diálogo interno que me aparta de lo que realmente quiero hacer.  Puedo sentirme culpable, y abarcarlo más adelante, no condiciono mi reacción a ello, ya que luego entraré en “compensación” y eso no me/le ayudará en nada.

 

Cómo me sitúo yo en esta situación?

No me incomoda el entorno, estoy solo con el/ella, nada de lo que me rodea me puede condicionar a como le acompaño en su emoción.

Si ya es difícil generar una vía de comunicación con el/ella en su llanto, no lo complico más por lo que puedan pensar, decir, o sentir los demás, la gente que nos rodea tiene sus propios problemas, sus propios retos, yo tengo el mio, y lo único que me ocupa aquí y ahora es su llanto, como lo/la acompaño a el/ella.

 

Que necesita? como averiguarlo

Lo más fácil es, en principio, preguntarle que necesita de mí, un simple “qué puedo hacer por ti?” o “en que te puedo ayudar a sentirte mejor?” o un simple “Qué necesitas?”, esta pregunta en algunos casos y edades quizás no tenga respuesta, simplemente porque no la entienden, o porque quizás no sepan lo que necesitan, ahí podemos estar atentos a lo que dicen, a como se expresan.

Cada niño/a es diferente, es único/a, y en cada etapa de su crecimiento, la comunicación con el/ella también lo es. Entonces qué hago? lo más sencillo es dejar que el/ella se exprese, sin atosigarle con preguntas, con sugerencias, dejarle espacio para que me pueda pedir, como he dicho anteriormente, un simple “que necesitas de mi?” o un “cómo te puedo ayudar?” ya puede abrir una pequeña vía de comunicación.

En casos en que no tenga aún las suficientes herramientas para comunicarse conmigo, hay que estar más atento a sus gestos a sus expresiones, no le niego, no entro en juicio, ni en valoraciones sobre que puede suponer ese gesto que voy a hacer en su futuro, voy a empatizar con el/ella, ahora me necesita.

En muchos casos hay un “déjame en paz” o un “déjame solo/a”, pues me está pidiendo espacio, no voy a entrar en “saber lo que es mejor para el/ella”, yo no soy el/ella, si necesita espacio se lo doy sin entrar en juicios ni valoraciones de lo que me supone eso, dejo fuera de mí ese diálogo mental basado en una multitud de creencias, El/ella ahora necesita eso, no significa que sea así siempre. Me mantengo cerca y le comunico que si me necesita estoy ahí para atenderle, pero le cedo este espacio.

 

Si me pide espacio, se lo doy, dónde me sitúo yo?

Es importante que el/ella sepa que estoy cerca y dispuesto a atenderle cuando lo necesite, se lo comunico y actúo en consecuencia, de vez en cuando le envío un mensaje en el que reciba que estoy ahí en presencia, pero que le sigo dejando ese espacio que necesita.

Poco a poco me acerco, me tomo el tiempo necesario para que el/ella puedan estar receptivos/as, y entonces, qué puedo hacer? 

Necesito saber el porqué llora? Quizás no, lo importante es cómo se siente, y preguntarle que necesita para sentirse mejor, quizás un abrazo? Quizás que simplemente esté ahí en silencio? No deduzco lo que necesita, no lo sé, me lo pide o me lo comunica el/ella. En la adolescencia, sobretodo, deducir lo que necesita es invadir, es probable que lo que deduzco sea correcto, pero mejor que sea el/ella quien me lo dice, le estoy dando la posibilidad de pedir, se sentirá que su opinión me importa, si lo deduzco le estoy quitando importancia y el mensaje que recibe es que “yo no sé lo que quiero” o “yo no puedo decidir que quiero”.

 

Le doy lo que me pide?

En primer lugar lo que puedo hacer es diferenciar una necesidad real de una compensación, un abrazo es una compensación o una necesidad? Pueden ser ambas cosas, pero un abrazo es una señal de amor y el amor se lo doy sin juicio, sin valorar las consecuencias, porque no hay nada más sano y bonito que regalar amor.

Un juguete es una señal de amor? En general, cuando es un acto instintivo, sí, pero cuando lo es para compensar una pérdida ? Pues quizás eso no es amor, y el/ella lo pueda recibir como un “cuando quiera algo, ya se que hacer”.

Entonces le doy lo que me pide? Cuando es un acto de amor, sin dudarlo, quién puede negar un acto de amor, pero cuando es “compensación”, voy a ser asertivo y decido que voy a gestionar esa necesidad de una forma solo amorosa, el/ella puede empezar a  transitar, como lo hacemos los adultos, un sentimiento de pérdida, y puedo ayudarle a aceptar esa pérdida, entrando en contacto con ese vacío generado y aceptando que esta es su realidad ahora, le puedo acompañar? sin dudarlo la respuesta es, Sí. 

 

Le acompaño en aceptar ese vacío, como puedo hacerlo?

Es una situación difícil para el/ella, lo es para mí, ya que como adulto me siento responsable de todo lo que le sucede, el/ella aún no tiene todas las herramientas para poder gestionar esa pérdida, entonces como puedo hacerlo?. Intento ser asertivo, no me cargo con el problema, me sumo a la solución, al tránsito, a la aceptación, yo dispongo de herramientas y se usarlas, no me quedo en su lamento, no me sumo a el, le doy importancia, lo sostengo, pero no entro en el, a el/ella no le sirve que solo me ponga a llorar a su lado,  le sirve que le acompañe a aceptar esa realidad, que a partir de ahora será su realidad.

 

Para aceptar esa realidad es necesario el contacto con el sentimiento de pérdida, estar en ese vacío, le permito enfadarse, le permito llorar, lo que necesite, gritar, saltar, correr, cualquier expresión en la que no sufra daño físico ni el/ella, ni nadie, es buena, sacar de dentro esa rabia, ese enfado y no lo reprimo, simplemente lo acompaño y estoy presente.

 

Una vez expresado esa rabia, enfado, tristeza, poco a poco va entrando en la aceptación, su realidad ha cambiado, ya no está su peluche, ya ha expresado su dolor, y se ha podido sentir acompañado/a por mi. 

Compensar, tapar, esconder, reprimir, ocultar, ignorar, quitar importancia a situaciones que a ellos/ellas les afectan no es ayudarlos/as, no es protegerlos/as, es quitarles razón, es quitarles importancia, es desvalorizar, es menospreciar su mundo, su vida, sus emociones, sus sentimientos. Todos/as tenemos pérdidas, disgustos, llantos, y a todos/as nos gusta sentirnos acompañados/as, sentirnos que a los demás les importo y que mis cosas son importantes.

Para M.S.M, gracias por tanto

Cómo gestionar las emociones en las competiciones con niños/as (Capítulo 1)

📸 Guillem Figueras

Para un niño/a es complicado saber estar en unas circunstancias así, sin querer les ponemos delante una montaña emocional de tremendas dimensiones, y aunque no son conscientes del todo en momentos previos, al conectar con ese momento le generamos un precipicio en el que es fácil caer.

 

Cuando un niño/a entra por primera vez en esta situación se pierde, no sabe como gestionar todo lo que siente, ya sea cuando llega a las instalaciones y escucha por primera vez el ruido que generamos los adultos, cuando se viste o prepara para salir por primera vez a la cancha, o ya en el primer pitido que activa el evento.

 

Si los adultos no somos capaces de prepararlos para gestionar todo eso, el niño/a puede caer en una situación de estrés emocional del que no sepa como salir, y en ese momento es muy difícil centrarlo y conseguir reconducir esas emociones si previamente no hemos hecho un trabajo.

 

Cuantas veces niños/as con grandes capacidades técnico/tácticas, se ha venido a bajo en situaciones de estrés?, y al revés, cuantas veces niños/as sin esas grandes capacidades técnico/tácticas se han venido arriba y nos han sorprendido?; que rol tiene cada uno? Que carga de “responsabilidad” lleva?, hasta que punto está conectado o es consciente?.

 

Si prestamos atención individualmente podemos acompañar a transitar por todo ello, pero realmente es efectivo? En competiciones individuales, posiblemente la respuesta sea Sí, pero en el deporte en equipo realmente la respuesta sea esa?, a mi entender y con mi experiencia, puede funcionar en algunos casos, pero en una competición todo se descontrola y puedes acompañar en algunas situaciones individuales, en pequeños conflictos, pero necesitaríamos tantos acompañantes como niños/as formen parte del grupo. Por todo esto es necesario un trabajo previo y grupal donde todos/as se sientan acompañados, se sientan acogidos/as por el propio grupo, sepan buscar ayuda cuando la necesiten, se permitan expresar sus emociones, etc.

 

A partir de aquí vamos a ir dando pequeñas herramientas y ejemplos de casos reales de cómo gestionar un campeonato, de cómo empoderar a un grupo de niños/as a que se sientan capaces. De el saber diferenciar entre el “he de” o el “puedo hacer” y saber que “puedo” no “debo”, en el quitarse mochilas y cargas, sacarse responsabilidades creadas desde el ego, desde “lo que esperan de mi” a transformarlo en un “lo hago por mi, porque quiero hacerlo”, en definitiva a saber como desde mi posición de adulto entrenador puedo acompañarle a saberlo gestionar

No llores, no pasa nada

Menuda frase, y mucho mas habitual de lo que nos podemos imaginar, y no solo en el ámbito deportivo.

Si la analizamos en profundidad, en pocas palabras se comenten un montón de errores y de incongruencias.

“No llores”, que sentido tiene no llorar? Que nos lleva a pronunciar esas dos palabras? “NO” es una negación, “llorar” es una expresión de un sentimiento, entonces estamos diciendo al niño/a que no puede expresar lo que siente?, seguro que no, es algo nuestro, les decimos que “no lloren” porque nos incomoda a nosotros? A que no lleva eso?

La segunda parte de la frase “no pasa nada”, realmente nos creemos esa afirmación? Y el/ella se la pueden creer? Que sienten? Si lloran es por algo, hay alguna razón para expresarse así, si les decimos que “no pasa nada” les estamos induciendo a que lo que sienten no es real.

Expresar sentimientos y emociones es necesario para poderlas transitar y entender, permitir que un niño/a sea capaz de expresar cualquier emoción sin que eso nos incomode es una forma de que el/ella se crea sus emociones. Otra cosa es como nosotros los adultos sepamos estar delante de una situación así, a quien le gusta ver llorar a un/a hijo/a? A nadie que tenga un poco de empatía, pero y si intentamos ser a la vez de empáticos, asertivos? No ayudaremos a nuestros/as hijos/as a crecer?

Cuando un niño/a llora después de un partido, después de un supuesto error, un conflicto, o ante cualquier situación que le provoque esa reacción, lo primero que hemos de permitir es de que se permita, dándole espacio, el que necesite, que se sienta cómodo/a expresando lo que siente, y poco a poco nos acercamos a el/ella, y con una simples preguntas podemos acompañarle a transitar: 

  • Que sientes, dolor, tristeza, enfado, rabia?
  • Que necesitas para reconocerte en eso, que expresión te viene a parte de llorar? Gritar, saltar, correr?
  • Donde siente esa emoción, donde la somatiza? Boca del estomago, garganta, cuello, cabeza?
  • Como te puedo ayudar? Que necesitas de mi?

Con esas simples preguntas estamos ayudándolo/la a reconocerse, a darse cuenta de lo que vive es real,  a reconocerlo y aceptarlo, y conseguiremos que poco a poco vaya transitando por esa emoción.